jueves, 23 de octubre de 2014

Muchos han querido desligar a las mujeres del fútbol solo porque piensan que este deporte es para hombres. Incluso han dicho que el fútbol femenino es un deporte aparte, y despectivamente, lo argumentan con pobreza, machismo en su máxima expresión. Sin embargo la principal federación de este deporte (FIFA) se ha preocupado de incluir el fútbol femenino dentro de todas las actividades que realizan y han potenciado exponencialmente el desarrollo de esta disciplina.
El fútbol es un juego que puede, y debe, ser practicado tanto por hombres, mujeres y niños, y es en estos últimos donde encontramos la verdadera esencia del juego. Lamentablemente el fútbol masculino se ha deteriorado debido a matices con el que ha ido “evolucionando” a través del tiempo: simulaciones, mala intención, antideportividad (faltas de respeto) y dopajes, creyendo que “el fin justifica los medios”. En el fútbol femenino no pasa esto, se juega fuerte, pero con respeto por la compañera del equipo oponente, no existen las simulaciones y muy pocas veces se detiene el juego debido a faltas.
Condiciones distintas
Biológicamente las mujeres no tienen las mismas condiciones físicas que los hombres para afrontar una actividad deportiva a la par. De esto algunas personas aún no se han dado cuenta (o no quieren darse cuenta) y siempre criticarán la falta de fuerza, velocidad y saltabilidad en las jugadoras al momento de comentar un partido.
Fútbol entrenamiento
Foto: Mauricio Palma, El Mercurio
Las mujeres pueden mostrar las mismas habilidades que un hombre con el balón en los pies.
De hecho, un estudio reciente señala que es la estructura física diferente lo que provoca que los hombres golpeen más fuerte la pelota que las mujeres, y que además, al golpear un balón ellas tengan más probabilidades de lesión en el ligamento cruzado anterior de la pierna de apoyo. Esto último puede ser prevenido con ejercicios de compensación destinados a fortalecer la musculatura. El hombre es más fuerte, pero la mujer es más flexible y puede tener las mismas habilidades con un balón en sus pies.
Para mí esas “deficiencias” son una ventaja: individualmente permite que jugadoras que posean algunas de esas características (fuerza, velocidad, saltabilidad, etc.) sobresalgan del resto, pero primordialmente exige que el balón siempre se juegue a ras de pasto y no “rifándolo” en pelotazos sin destino, lo que hace más elaborada cualquier jugada. Esta característica ha sido aplaudida por equipos masculinos que actualmente lo practican, como la Selección de España, el Barcelona de Catalunya o el Arsenal de Inglaterra, y algún día será elogiada por los críticos más reacios, se difundirá y atraerá al público a las gradas del fútbol femenino.

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